Todos los camellos estaban debidamente estacados excepto uno. Nadie quería pasar la noche en vela vigilando al animal pero, a la vez, tampoco querían perder el camello.
Después de mucho pensar, uno de los hombres tuvo una buena idea. Fue hasta el camello, cogió las riendas y realizó todos los movimientos como si atara el animal a un poste imaginario. Después, el camello se sentó, convencido de que estaba fuertemente sujeto y todos se fueron a descansar.
A la mañana siguiente, desataron a los camellos y los prepararon para continuar el viaje. Había uno, sin embargo, que no quería ponerse en pie. Los conductores tiraron de el, pero el animal no quería moverse.
Finalmente, uno de los hombres entendió el por qué de la obstinación del camello. Se puso de pie delante del poste de amarre imaginario y realizó todos los movimientos con que normalmente desataba la cuerda para soltar al animal. Inmediatamente después, el camello se puso en pie sin la menor vacilación, creyendo que estaba libre.
Aunque el camello había estado libre todo el tiempo, se dejó convencer de que estaba atado. Lo mismo ocurre con la mente humana; también es potencialmente libre, pero mucha gente se deja convencer de que está atada por sus problemas mentales y las aparentemente opresivas responsabilidades.
Tú eres realmente libre, igual que el camello sin atar, a pesar de que los condicionamientos y los prejuicios te hacen creer que estás firmemente sujeto. Te comparas con los demás, al igual que lo hacía el camello y automáticamente crees que estás limitado. Debes entender que eres realmente libre. Todo lo que tienes que hacer es desatarte, dejar ir los problemas mentales, el poste imaginario de tu cautiverio.
Todo lo que debes hacer es cambiar de actitud.
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