miércoles, 24 de septiembre de 2008

El Peregrino de Compostela

El sábado pasado tuve la suerte de celebrar el 40 cumpleaños de mi querido amigo Fernando. La fiesta fue un gran éxito, cargada de detalles de cariño, miradas atrás y reflexiones desde el "ecuador de la vida". Quizás por esas reflexiones, o bien por ser Fernando mi hermano del camino jacobeo, me acordé de El Peregrino de Compostela y se me ocurrió traer este fragmento a nuestro rincón:
El Buen Combate es el que se entabla en nombre de nuestros sueños. Cuando estos revientan en nuestro interior con toda su fuerza (en la juventud) nos sentimos muy valientes, pero aún no sabemos luchar. Después aprendemos a luchar, pero ya no contamos con el mismo valor para combatir. Por eso nos volvemos contra nosotros mismos y, combatiéndonos, nos convertimos en nuestros peores enemigos. Alegamos que nuestros sueños eran infantiles o difíciles de llevar a cabo. Matamos nuestros sueños por miedo a combatir en el Buen Combate.
El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo: Las personas más ocupadas que he conocido en mi vida eran las que al final siempre conseguían tiempo para todo. Por su parte, los que no hacían nada siempre andaban cansados, el tiempo nunca les llegaba para lo poco que tenían que hacer, y se quejaban de que los días eran demasiado cortos. Lo que les pasaba era que tenían miedo de combatir en el Buen Combate.
El segundo síntoma de la muerte de nuestros sueños son nuestras certezas. Solo por el hecho de no querer tomar la vida como una gran aventura en la que hay que embarcarse, ya nos consideramos sabios, justos y correctos en nuestras pequeñas parcelas de existencia. Miramos hacia el exterior de las murallas de nuestra vida diaria y oímos el ruido de lanzas que se rompen, sentimos el olor del sudor y de la pólvora, vemos las grandes caídas y las miradas sedientas de conquista de los guerreros. Pero nunca percibimos la alegría que hay en el corazón del que está luchando, pues para estos no importa ni la victoria ni la derrota, sino combatir en el Buen Combate.

Por último, el tercer síntoma de la muerte de nuestros sueños es la Paz. La vida se transforma en una tarde de domingo, sin grandes exigencias, que no nos pide más de lo que queremos dar.

Pensamos entonces que hemos alcanzado la "madurez" y logrado nuestra realización personal y profesional. Nos sorprende que alguien de nuestra edad diga que aún espera determinada cosa de la vida. Pero en lo más hondo de nosotros mismos sabemos que lo que ocurrió fue que renunciamos a luchar por nuestros sueños.





Hoy se me antoja querer ser inmaduro e invitar a todos los que leen estas líneas a serlo también, a recuperar el ímpetu de años atrás y osar a renunciar a la comodidad del domingo por la tarde como precio por nuestros sueños. Tómate un tiempo, recuerda cuales eran tus sueños y disfruta del combate...

¡Feliz semana, feliz combate!

miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL Vino


El viernes pasado tuve la suerte de disfrutar un buen vino rodeado de personas queridas, y me asaltó la idea de traer a este rincón, que en su día fue “del arte”, el arte del vino y la metáfora que en aquel momento me vino a la cabeza.


El proceso de elaboración de cada botella y la calidad final de cada copa, vienen definidos por una multitud de factores se conjugan para dar el resultado final, ese en que sostienes en la copa y te golpea suavemente el paladar, despertando sensaciones, aromas, sabores y a veces emociones y recuerdos. El suelo, el clima, las lluvias del año, la variedad y calidad de la uva y el arte del vinicultor son todos puntos cruciales para lograr el éxito final.
Las personas somos de alguna manera como los vinos, cada uno tenemos una denominación de origen, venimos de un sustrato, estamos hechos con un tipo de uva. Unos somos mas Merlot, con aromas de frutos rojos, como la cereza o la grosella roja, otros Cabernet Sauvignon, con aroma de grosella negra y madera de cedro, otros muchos con carácter marcadamente español, como el avainillado tempranillo con indicios de ciruela y algo asperos por el contenido en taninos; los hay muy dulces como las variedades Moscatel o Pedro Ximenez, o mas afrutados como la Macabeo.
A cada una de estas variedades de les da mejor un tipo de suelo, y también influye el año de lluvias, el tiempo y tipo de barrica, el tiempo en botella…
De cualquier región, con cualquier variedad, podremos encontrar buenos y malos vinos. Llama la atención que cuando peores son las lluvias, mejores son las añadas de cada bodega, aunque la producción sea menor. Las sequías son sinónimos de buenas añadas.

Los vientos nos anuncian crisis económica y parece que el pesimismo se quiera instalar en nuestras vidas. Pensemos en que nuestro vino será mejor este año, sacaremos una cosecha quizás mermada pero que nos va a dar un resultado que aumentará nuestro valor y nuestra calidad. Mimemos todo el proceso con la paciencia y la alegría que nos da saber que saldremos mejorados y que el esfuerzo acabará valiendo la pena.
¡SALUD!


ECB Septiembre 2008